Claudio Carignano – Mirando al pasado para entender los incendios forestales futuros

BIO: Docente Investigador Universitario (Categoría 3 programa de incentivos) y Profesional Principal de CONICET con lugar de trabajo en el Centro de Investigaciones en Ciencias de la Tierra (CICTERRA) CONICET-Universidad Nacional de Córdoba. Especializado en Geomorfología, Geología del Cuaternario, Geomática,  Hidrogeología con actuación en los siguientes campos disciplinares: Geomorfología de Ambientes Áridos y Semiáridos, Geomorfología Aplicada a la Ingeniería, Estratigrafía del Cuaternario, Neotectónica y Paleosismología, Sensores remotos  (Diferentes sistemas Ópticos y SAR), Modelado Digital del Terreno, Sistemas de Información Geográfico, Mapeo Geomorfológico y Geológico Regional y Detallado, Modelado y Monitoreo de Aguas Subterráneas. Entre las líneas de trabajo actuales se destacan los siguientes proyectos: Monitoreo y modelado de los acuíferos explotados para riego agrícolas de la llanura de Córdoba (Consorcio de Usuarios de Aguas Subterráneas de la Provincia de Córdoba) y Estudio de procesos de remoción en masa en Sierras Pampeanas (Argentina) utilizando métodos avanzados en teledetección SAR (UNC). Director de 25 tesis de grado concluidas y 32 en curso, Supervisor de 10 prácticas profesionales supervisadas. Autor de 10 capítulos de libros, 65 contribuciones científicas en revistas y congresos nacionales e internacionales. Participante y Disertante invitado en múltiples ámbitos de capacitación a nivel nacional (jornadas, congresos, seminarios, charlas, etc.). Participante en más de 35 proyectos de investigación subsidiados por diferentes organismos de ciencia y tácnica: FONCyT, SECyT UNC, CONICET, CONICOR, Fundación Barceló, Fundación Aconcagua, SPU etc.

Resumen

Durante las últimas dos décadas, los incendios se han incrementado en frecuencia e intensidad en diversas partes del mundo. Las principales causas de estos patrones se consideran asociadas tanto a las actividades de uso de suelo como a los cambios en el clima.  Sin embargo, el cambio climático en sí mismo no es una causa de incendio, aunque podría estar incidiendo en la dinámica del “nuevo” tipo de incendios, al empeorar las condiciones de su inicio y de propagación;  así como al influir sobre los patrones climáticos, cambiándolos en una escala incremental, de modo que las condiciones que conducen a más incendios forestales sucedan con más frecuencia y durante períodos de tiempo más largos.

El aumento de las temperaturas globales está perturbando las zonas climáticas, variando la humedad del suelo y la evapotranspiración, con la consiguiente alteración de los ecosistemas donde la vegetación autóctona no tiene la oportunidad de desarrollar adaptaciones. Ante estos escenarios surgen interrogantes: ¿son nuevas estas situaciones? ¿solamente son  producto del incremento de la temperatura media global por causa de las emisiones de gases de invernadero? A lo que podemos responder que «no son situaciones nuevas». El planeta tierra ha sufrido cambios climáticos a lo largo de millones de años, desde enfriamientos extremos hasta severos calentamientos por efecto invernadero, los que produjeron profundas modificaciones en los ecosistemas de cada período.

No obstante, lo novedoso ahora es que, por causa de las emisiones, las transformaciones se están produciendo muy rápidamente e impactan fuertemente en la dinámica natural, potenciando y agravando los efectos de las actividades humanas. Para comprender las posibles implicancias de la modificación en el clima futuro, es necesario analizar lo acontecido en el pasado reciente; por ello se presentarán los escenarios ambientales del Holoceno en la región central de Argentina, con especial énfasis en la dinámica de los últimos 1.000 años.

Estas reconstrucciones ambientales se basan mayormente en información indirecta que proveniente del registro geomorfológico, estratigráfico, limnológico, etc. El Holoceno en la región central de Argentina se ha caracterizado por climas mayormente templados y húmedos con intervalos donde se han producido marcados desmejoramientos en esas condiciones, lo que derivó en la instalación de escenarios de aridez en amplios sectores de la llanura donde aún se puede percibir la impronta que han dejado en el paisaje.