2023 ha visto el final del proyecto europeo de tres años Respond-A (Horizon 2020). Este proyecto perseguía la mejora de la respuesta a las emergencias, tanto a nivel de eficiencia como de seguridad de los operativos, a través del desarrollo de tecnologías.
«El objetivo principal era generar un marco operacional común para que los diferentes servicios de emergencias pudieran trabajar coordinadamente», afirma el Co-coordinador de Formación de Respond-A, Guillem Canaleta, de la Fundació Pau Costa.
El proyecto partía del problema de coordinación que puede haber entre los diferentes cuerpos que intervienen en emergencias, derivado del uso de diferentes tecnologías, programas informáticos y sistemas de operaciones. Para mejorar esta coordinación, Respond-A planteó generar un marco operacional común (common operational picture) para que los diferentes profesionales implicados en la respuesta a la emergencia tengan la misma información y se puedan comunicar entre ellos más fácilmente.
«El proyecto ha desarrollado diferentes tecnologías para cada una de las fases de respuesta a la emergencia: la recogida de datos, por ejemplo, del estado de los bomberos, la policía o de quien fuera, y de las condiciones ambientales (temperatura, gases tóxicos, etc.); el procesamiento de toda esta información y, finalmente, su uso para la toma de decisiones. Al final se busca que al mando que ya esté gestionando la emergencia le llegue toda la información digerida para tomar decisiones», explica Guillem.
Respond-A ha sido coordinado por CERIDES – European University Cyprus, y 34 organizaciones socias de 13 países diferentes han formado parte de su consorcio. Éstas incluyen entidades industriales y comerciales, servicios de respuesta a la emergencia, institutos de investigación y universidades. En concreto, la Fundación se ha encargado del componente de formación.
«Como había muchas tecnologías innovadoras y, además, funcionaban tanto por separado como de manera coordinada entre ellas, al inicio del proyecto se creyó que tenía que haber un área de trabajo o work package dedicado a la formación», puntualiza Guillem.
Se han desarrollado entre 15 y 20 tecnologías variadas, tales como de realidad virtual y aumentada, sensores, dispositivos ponibles o wearables, dispositivos móviles, sistemas de comunicación a tiempo real, robots y vehículos no tripulados. Todas estas tecnologías ayudan a recoger datos y simplificarlos para que sean digeribles y los operativos puedan utilizarlos para tomar decisiones. Para aprender a usarlas y ver su operatividad en diferentes escenarios, Respond-A ha llevado a cabo tres pruebas piloto: un terremoto en Grecia, un incendio en Chipre, y un vertido de petróleo en España.
«Vas simulando el escenario y, a partir de ahí, salen retos que los tienes que resolver utilizando las tecnologías y métodos que tú has desarrollado para el proyecto», aclara Guillem.
Una de las actividades de Respond-A fue una serie de webinars donde se discutió el estado de cada tecnología y cómo se integraban dentro del proyecto. Todos los webinars están disponibles en su página web. También se pueden encontrar en esta web documentos públicos que incluyen un informe sobre la formación coordinada por la Fundación.
En relación con este componente, se comenzó haciendo una actividad de formación y análisis para conocer la necesidad de los servicios de emergencias, como qué metodologías y tipos de ejercicios preferían o cómo se sentían respecto a la realidad virtual y aumentada. A partir de ahí se diseñó un plan de formación. Consistió, durante los tres años de proyecto, en hacer cinco formaciones basadas en escenarios diferentes.
«La primera fue online por la COVID y el resto fueron presenciales. Básicamente, hacíamos primero una ronda de presentación de las tecnologías y luego pasábamos a los ejercicios prácticos en grupos pequeños. Era un espacio compartido entre los socios técnicos y el personal de respuesta. En las últimas formaciones, además de los ejercicios, también hacíamos simulaciones que eran pilotos a pequeña escala», añade Guillem.
Respond-A ha permitido desarrollar e integrar dentro de la respuesta a la emergencia, en diferentes grados, tecnologías con el potencial de ser indispensables para una respuesta óptima y segura a la emergencia. Su total funcionalidad y aplicabilidad en escenarios reales depende de futuras oportunidades de financiación y explotación.