Como es bien sabido la meteorología puede aumentar el riesgo de incendios forestales y dificultar su extinción. Pero la relación entre el fuego y la meteorología va más allá: a veces son los mismos incendios los que pueden generar sus propios fenómenos meteorológicos como los llamados pirocúmulos y pirocumulonimbus. Éstas son nubes originadas a partir del calor extremo de los incendios, capaces de desencadenar fuertes tormentas. A continuación le explicamos cómo se forman, porque son tan peligrosos y qué podemos hacer.
¿Cómo se forman?
Imaginemos un incendio forestal, cuando la vegetación se quema se liberan grandes cantidades de calor. Esto hace que el aire de cerca del suelo se caliente, y suba rápidamente generando una fuerte corriente ascendente. El vacío que éste deja se llena rápidamente por aire frío generando así corrientes convectivas.
A medida que el aire caliente llega a capas superiores en la atmósfera, éste se enfría y se expande. Cuando la temperatura es suficientemente baja, el vapor de agua contenido en el aire comienza a condensar y va formando una nube por encima de la columna de humo.
Es lo que se conoce como pirocúmulo una formación que puede crecer hasta unos 5.000 metros de altitud y que en su interior contiene agua liquida que puede precipitar en forma de lluvia.
Sin embargo, estas formaciones pueden crecer aún más y transformarse en pirocumulonimbus. Este proceso suele suceder cuando el calor liberado por el incendio es muy intenso como en los grandes incendios forestales o incendios de sexta generación. En estos casos, la columna de humo es cada vez mayor y alta pudiendo llegar a alcanzar hasta los 14.000 metros de altitud donde la temperatura se suficientemente baja como para congelar las gotas de agua del interior de la nube y formarse cristales de hielo.
Por tanto, los pirocúmulos y los pirocumulonimbus son nubes de tormenta que se forman de manera similar a las nubes cúmulos y cumulonimbus. En este caso, sin embargo, la fuente de calor que calienta el aire que formará la nube proviene del fuego intenso de los incendios forestales. Por este motivo, se utiliza el prefijo piro que significa fuego en griego.
¿Por qué son peligrosos?
Como nubes de tormenta que son, pueden desencadenar fenómenos típicos como rayos y relámpagos, e incluso lluvias intensas muy localizadas pero el problema es que también tienen la capacidad de generar fenómenos meteorológicos extremos como el downdrafts o desplome de la nube.
Este fenómeno sucede cuando las corrientes de aire caliente provenientes del incendio llegan a capas altas de la atmósfera donde la temperatura es baja, el aire se enfría y cae repentinamente hasta la superficie. Al llegar al suelo, el aire se dispersa violentamente, generando ráfagas de viento extremadamente fuertes de hasta 240km/h que pueden arrancar y romper varios árboles por la mitad, producir expansiones repentinas del incendio, entre otros fenómenos violentos que ponen en peligro a los profesionales que están trabajando en la gestión y extinción del incendio.
A su vez estas ráfagas de aire violentas hacen que el fuego arda con mayor intensidad ya que aportan oxígeno al proceso de combustión como también pueden transportar brasas o llamas más lejos y provocar incendios secundarios lejos del foco original.
En otros casos, también pueden ocurrir tormentas secas llamadas así debido a la ausencia de precipitación durante la tormenta. Las altas temperaturas alcanzadas durante el incendio hacen que la humedad relativa sea muy baja y la precipitación se evapore antes de llegar al suelo. En consecuencia, no habrá lluvia para apagar los posibles fuegos nuevos producidos por los rayos.
¿Qué factores favorecen su formación?
La formación de este tipo de nubes depende tanto de las condiciones atmosféricas como de la energía capaz de liberar el incendio. Actualmente, los científicos y cuerpos operativos están trabajando para determinar exactamente cuáles son estas condiciones atmosféricas. En cambio, existe un amplio conocimiento sobre cuáles son los factores que promueven que los incendios liberen grandes cantidades de energía facilitando así la formación de este tipo de nubes. A continuación se los detallamos:
El combustible forestal
La gran cantidad de vegetación muerta y distribuida de forma continua en el territorio debido a la falta de gestión forestal sumado a los efectos del cambio climático hará que el incendio arda con mayor intensidad.
Influencia de la sequía
Cuando hablamos de vegetación muerta o combustible muerto nos referimos a aquél que no tiene la capacidad de regular su propia humedad y por tanto depende de la humedad ambiental. De modo que en condiciones de sequía y altas temperaturas, el combustible muerto difícilmente podrá hidratarse y quemará con mayor facilidad.
Un método práctico y aproximado para conocer el tiempo que la vegetación muerta tarda en conseguir ese equilibrio con la humedad ambiental es calcular el tiempo o las horas de retraso.
De normal, en hierbas y ramitas, las horas de retraso pueden ir desde 1 a 10 horas. Mientras que en ramas y troncos éste puede llegar a ser de mes y medio siempre y cuando la humedad relativa ambiental sea favorable a lo largo del tiempo.
En un contexto de sequía extrema los combustibles con HR más altas, es decir, ramas y troncos más gruesos no logran equilibrar su humedad con la del entorno y por tanto, podrán arder cuando en condiciones normales no lo harían o sería más difícil que lo hicieran. De modo que los incendios tendrán más combustible disponible y por tanto serán más extremos, liberarán más energía y más convección, siendo así más fácil que se formen pirocumulos y pirocumulonimbus, siempre que las condiciones atmosféricas sean las adecuadas.
El patrón propagación
Cómo avanza y cómo se comporta el fuego en un incendio forestal también son factores condicionantes ante la aparición de este tipo de nubes.
Entre los diferentes patrones de propagación (topográfico, viento y convección), los incendios por convección, es decir, aquellos que generan una columna convectiva de aire caliente resultante de la quema de grandes cantidades de combustible, facilitarán la formación de pirocúmulos y pirocumulunimbus . El clima extremo de fuego generado durante el incendio comportará un gran calor y fuertes corrientes de viento que contribuirán a la aparición de este tipo de nubes.
¿Qué hacer?
En primer lugar, evitar poner en riesgo los servicios de extinción. Es muy importante que éstos presten especial atención a la presencia de pirocúmulos o pirocumulonimbus y se retiren a tiempo de la zona de actuación para evitar situaciones de riesgo en caso de que ocurra un downbrust o desplomo de la nube.
Como sociedad, es necesario tomar conciencia de la importancia de la gestión del paisaje para evitar que los incendios se conviertan en grandes incendios capaces de generar fenómenos como los pirocúmulos y pirocumulonimbus que comporten situaciones de riesgo.
Alcanzar un paisaje diverso que ofrezca oportunidades para gestionar la propagación del fuego es esencial. Hacerlo está en nuestras manos a través de la gestión forestal y la mejora de la economía rural.
Por último, también es fundamental aumentar el conocimiento sobre este tipo de nubes ya que actualmente todavía existen muchos interrogantes sobre su formación, comportamiento y evolución. Por eso a través de proyectos europeos como EWED financiado por DGECHO y coordinado por la fundación Pau Costa, se está trabajando para poner luz a este tipo de fenómenos meteorológicos asociados a los incendios forestales.